HISTORIA DE GALISTEO 2

sábado, 6 de febrero de 2010

POR EUGENIO ESCOBAR PRIETO
Deseoso D. Juan II de aniquilar el poderío de los turbulentos Infantes de Aragón y, en especial, el de aquel D. Enrique, que tan serios disgustos le proporcionara, se apresuró, en uno de los períodos en que la suerte fué más contraria al Infante, á repartir entre sus más leales servidores los numerosos Señoríos y cargos que aquel poseía.

Cupo al Conde de Castañeda, D. Garci Fernández Manrique, el de Galisteo, por merced real otorgada en Roa á 4 de Marzo de 1429 y confirmada en Ciudad Rodrigo á 2 de Octubre de 1432. El primero de estos Privilegios se halla concebido en términos generales, pero en el segundo expresa el Rey, con toda claridad, el motivo de la donación, cuando dice “é parando mientes á los muchos, buenos é leales é señalados servicios, los cuales á mi son ciertos é conoscidos, que Don Garci Fernández Manrique, Conde de Castañeda, é de mi Consejo, me ha fecho é face cada día, é especialmente en la guerra que yo hobe los años que pasaron de mil é cuatrocientos é veinte é nueve, é treinta años, con los Reyes de Aragón é Navarra, é otrossi en la guerra que yo hobe este año que pasó de mil é cuatrocientos é treinta é un años con el Rey é moros del regno de Granada”...

Fué Comendador Mayor de Castilla en la Orden de Santiago, y uno de los enemigos más encarnizados que tuvo D. Álvaro de Luna. Atendida su influencia, anotaremos aquí sucintamente los hechos más culminantes de la vida de D. Garci Fernández. Le encomendó su tío, el Infante D. Fernando de Aragón, en 1407, la Capitanía general de la frontera de Jerez, y desempeñando tan importante cargo, no cesó de hostilizar á los moros hasta que, concertadas treguas con ellos, hubo de regresar á Castilla.

Vuelve de nuevo con el Infante en 1410 á Andalucía, y asiste con él á la conquista de Antequera. Le acompaña en 1414 cuando fué á recibir la corona de Aragón, y no se separa de su lado hasta la muerte de este esclarecido monarca, ocurrido en Igualada á 2 de abril de 1416. Era ya por entonces D. Garci, mayordomo del infante D. Enrique y muy adicto á su persona. En cuatro de Agosto de 1420 le dió el Rey el Condado de Castañeda, cuyo Señorío ya tenía por su mujer Dª. Aldonza de Castilla desde 1398.

Cuando muchos caballeros, en 1422, se separaron del Infante D. Enrique, siguió D. Garci á su lado, y con él estuvo preso en Madrid y Ávila, hasta lograr la libertad en 1428. Al año siguiente hizo al Rey pleito homenaje á nombre del Infante y, no pudiendo apartar á éste de sus hermanos los Reyes de Aragón y Navarra, se vino definitivamente al lado de D. Juan II, acompañándole en la entrada que hizo por Aragón. Afirma Salazar que, en los primeros meses de 1430, fué cuando el Rey confiscó los bienes del Infante, repartiéndolos entre los grandes de su reino. Como la donación de Galisteo fué hecha en 1429, necesariamente hubo de realizarse la confiscación con alguna anterioridad. También acompañó al Rey D. Garci en 1431, en la primera jornada contra los moros de Granada.

En las diferencias con Dª. Leonor de la Vega, suegra del Conde, que había desheredado á su hija, habiendo fallecido Dª. Leonor en Agosto de 1432, pretendió su hija Dª. Aldonza de Castilla entrar á dividir con sus hermanos. Para resolver el asunto, nombraron árbitros de común acuerdo. El de la Condesa fué D. Pedro López de Miranda, Capellán Mayor del Rey. Por hallarse éste ocupado nombró al Bachiller Juan Jiménez de Arévalo.

Otorgó su testamento en Alcalá de Henares á 6 de Mayo de 1436, dejando á sus hijos D. Juan y D. Gabriel, el Condado de Castañeda al primero y al segundo el Señorío de Galisteo, el de Osorno y otros. En el sepulcro de D. Garci Fernández se leía la siguiente inscripción: “Manrique, sangre de godos,/defensa de los Cristianos /y espanto de los paganos. / Y pues tales sois Manriques,/ no hay á do poder volar, / sino al cielo á descansar.”

D. Gabriel fué favorecido por Real provisión fechada en Ocaña á 3 de Enero de 1451 con el título de Duque de Galisteo, pero tanto él como sus sucesores, acostumbraron á usar el Conde solamente.

Casó al año siguiente con Dª. Aldonza de Vivero y murió en Valladolid á 31 de Marzo de 1482.

Fué segundo Conde de Galisteo D. Pedro Manrique, hijo mayor de D. Gabriel. En el cerco de Alhama, en tiempos de los Reyes Católicos, figuró entre los más aguerridos capitanes. Al volver de aquella guerra, en 1482, contrajo matrimonio con Dª. Teresa de Toledo, hija de los Duques de Alba.

Vino por entonces á España Andrés Paleólogo, Despoto de la Morca, quien, por ser nieto de Constantino Paleólogo, se llamaba Emperador de Constantinopla. Este Andrés, por Privilegio, otorgado en el Palacio Episcopal de Coria á 13 de Abril de 1483, firmado con caracteres griegos en tinta roja, y llevando sello pendiente, concedió á D. Pedro Manrique y á sus sucesores, que pudiesen crear Condes Palatinos, armar caballeros, legitimar espúreos y usar las armas é insignias de los Emperadores de Constantinopla, todo ello en consideración á la grandeza de su linaje. No sabemos si la venida de este personaje á Coria fué motivada por su parentesco con los Duques de Alba, Marqueses á la vez de dicha ciudad, ó por ser amigo del Obispo de la misma D. Iñigo Manrique de Lara, deudo próximo del Conde de Galisteo. Dicho privilegio existe original en el archivo de la Casa de Alba.

Le disputó á D. Pedro el Señorío de Galisteo en 1485 el Conde de Aguilar. Hacemos caso omiso de estas contiendas, porque ofrecen mayor interés para el estudio del feudalismo y de la propiedad en España los pleitos sostenidos por el Conde y su padre con los pueblos del Señorío. Prestaría en este sentido, no escaso servicio, ayudando además á la historia local, el que se dedicase á registrar los archivos locales de la comarca. Á fin de que les sirva de guía en sus investigaciones, indicaremos aquí los pleitos más principales. En 1477, después de ruidosa lucha, el Concejo de Riolobos transigió sus deferencias con el conde D. Gabriel, obligándose á darle todos los años 195 fanegas de trigo y 95 de cebada y centeno por los terrazgos de dicho lugar.

Pocos años más tarde, en 1483, el Concejo de Galisteo y el mencionado D. Pedro, por medio de árbitros, convinieron en que las dehesas de Torre de Vigo, Pajares y Dehesa Vieja se dividiese en cuatro porciones, una y media para la villa y dos y las dos y medias restantes para los próceres placentinos Diego y Martín Ruiz de Camargo. Al Conde le fueron adjudicadas, por el mismo convenio, las Hazas de la dehesa de Navas-Mojadas por mitad con Galisteo.

Litigió también D. Pedro con Montehermoso y Riolobos en 1490 sobre cobranza de rentas, y después de sendos alegatos, otorgaron escrituras de concordia en Osorno á 31 de Julio de 1508, señalando en ella las dehesas que habían de destinarse á pasto y cuáles á labor, tanto en los términos de dichos pueblos, como en los de Carcaboso. Cuestiones análogas á estas se suscitaron también, y con harta frecuencia, en los tres siglos siguientes. Prescindimos de ella porque nos apartaríamos del fin principal de estos artículos.

Murió el conde D. Pedro en Osorno á 29 de Octubre de 1515 dejando de su matrimonio don Dª. Teresa de Toledo tres hijos, dos de ellos Dominicos y tres hijas. El mayor y sucesor del Señorío fué D. García Fernández Manrique, tercer Conde de Galisteo, Comendador de Ribera en la Orden de Santiago y Presidente de los Concejos de Órdenes y de Indias. Después de combatir á los Comuneros acompañó, con su hijo D. Alonso, al Emperador en su viaje á Italia, en 1529, cuando fué á recibir la corona del Imperio. Á él se debe la fundación del Convento de la Fuen-santa, como veremos luego, grandes mejoras en el Hospital de la Villa y un hermoso puente, de siete ojos, sobre el Río Jerte, según refiere la siguiente inscripción:

D. García Fernández Manrique,

Comes Osorni, hujus ac castri Dominus

Cum Domina María de Luna, ejus

Conjuge. Anno á nativitate Christi

Domini MDXLVI. Gratitae reddantur Domino.

Q.O.F.S.
Con el fin de engrandecer á su familia, compró al Emperador, en 1524, la villa del Arco, llamada comúnmente Arquillo, que era de la Encomienda de Portezuelo. Con igual objeto, y el de mejorar sus estados, escudando á la vez litigios, reformó los Mayorazgos fundados por su padre y su abuelo, y en la nueva escritura, otorgada en Valladolid á 24 de Febrero de 1544, hizo que en el Señorío de Galisteo, entraran Pasarón, Torremenga, Arco, Baños, Pozuelo, Montehermoso, Guijo de Galisteo, Aceituna, Holguera, Riolobos, Malpartida, Aldehuela, Valdeobispo y Carcaboso, con las dehesas del Rincón, Navas-Mojadas, Casillas y Portazgos.

Casó D. García primeramente con su tía Dª. Juana Enríquez en 1503 y no tuvieron sucesión. Muerta dicha señora, volvió á casarse con Dª. María de Luna en 1505. De este matrimonio nacieron seis hijos y en imposibilidad de ocuparnos de todos ellos, sin cortar el hilo de sucesión, aplazamos para más adelante hablar de D. Alonso Manrique, que fué el hijo segundo, y se relaciona bastante con el fin de estos artículos.

Sucedió á D. García en 1456, su hijo mayor D. Pedro Manrique, y fué cuarto Conde de Galisteo. De su matrimonio con Dª. Elvira Enríquez de Córdoba, celebrada en 1529, nacieron seis hijos. El mayor y quinto Conde de Galisteo fue D. Garcí Fernández Manrique, que entró á disfrutarle en 1569. Favorecedor de los pueblos del Señorío transigió con ventajas para ellos en 1574 un pleito con Holguera, Carcaboso y Valdeobispo. De su matrimonio con Dª. Teresa Enríquez, hermana del Conde de Alba de Liste, se conocen varios hijos. El tercero de ellos fué D. Antonio Manrique de Luna, Conde de Morata, del hábito de Santiago y Alférez mayor de Aragón. Sirvió en Flandes como Capitán de Arcabuderos de á caballo y después de infantería. Con el título de Gobernador mandó en Milán un tercio de cuatro mil hombres. Tomó parte en la jornada de 1588 y en la de Aragón de 1591 como capitán de caballos.

Muerto el Conde de Galisteo en Madrid á 1º de Enero de 1587 le sucedió su hijo mayor D. Pedro Fernández Manríque, sexto Conde de Galisteo. Cuatro años antes había contraído matrimonio con Dª. Catalina Zapata Mendoza, hermana del Conde de Barajas y Dama de las Infantas hijas del rey D. Felipe II. Falleció el Conde de Galisteo á 1º de Abril de 1589, cuando sólo contaba 32 años de edad, y fué uno de los muchos Manriques que se enterraron en el convento de la Fuen-santa.

Pasó el Señorío á su hermano mayor D. Garci Fernández Manrique, cuando sólo contaba tres años, y fué el séptimo Conde. Figura como uno de sus tutores por los años de 1605, su tío D. Alonso Manrique, Arzobispo de Burgos. Este D. Garci fué el que más usó el título de Duque de Galisteo, alcanzando del Consejo de la Cámara en 1631 la ratificación del mismo. Se había casado en 1616 con Dª. Ana Manrique de la Cerda, hija mayor del Marqués de Aguilar, y sólo tuvieron un hijo que murió al siguiente día de nacer. De vivir este niño se hubieran vinculado en él las Casas de Osorno y Galisteo por su padre, y las de Aguilar y Castañeda por su madre.

Á la muerte de D. Garci Fernández, ocurrida en 1635, se disputaron sus Señorío Dª. Ana Polonia Manrique, hija única del Conde de Morata, el Duque de Alba, el Marqués de las Navas, el de Cañete, los Condes de Osorno y de Torrejón y D. Alonso Manrique de Solís. Á este último se adjudicó el Condado de Galisteo por sentencia de 4 de Noviembre de 1642.

Antes de hablar del nuevo Conde, digamos algo de sus antepasados, no sólo para enlazarle genealógicamente con los fundadores de la casa, sino para dar á conocer también los timbres de esta rama. Figura como cabeza de ella D. Alonso Manrique, hijo segundo del tercer Conde de Galisteo, que muy joven aún mereció acompañar con su padre al Emperador en viaje de éste á Italia, como indicamos más arriba.

La prueba de esto se encuentra en un documento otorgado por el mismo D. Alonso Manrique en Colonia á 4 de Enero de 1531, renunciando al derecho que pudiera caberle en los Mayorazgo de sus antepasados. Al día siguiente asiste á la elección del Rey de Romanos, que tuvo lugar en dicha ciudad, y figura en dicho acto entre los empleados palatinos. Era Maestresala del Emperador, quién le dió, en premio de sus servicios, el año de 1533 la Encomienda de Ribera y Acehuchal. Reconocido á tantas y tan honrosas distinciones, acompañó, dos años más tarde al Emperador en la felicísima jornada de Túnez. Los enormes gastos de estos viajes y empresas no le impidieron favorecer con larga mano al Convento de Fuen-santa.

Contrajo matrimonio con Dª. Inés de Solís, de las familias más linajudas de Extremadura, entre cuyos ascendientes se cuenta á D. Gómez de Cáceres y Solís, Maestre de la Orden de Alcántara. Sus dos hijos mayores, D. Manrique y D. García, murieron sin tomar estado, y el último recibió sepultura en una Capilla de la Iglesia de la Fuen-santa contigua á la mayor.

El hijo tercero fué D. Pedro Manrique de Solís, que viene á continuar la sucesión de los Condes de Galisteo, y por lo mismo hablaremos luego de él.

Aparece como cuarto hijo de tan ilustre matrimonio D. Alonso Manrique, Magistral de la Catedral de Plasencia, y más tarde Arzobispo de Burgos. Había ingresado primero en la Compañía de Jesús, y saliendo de ella por falta de salud, marchó á Roma á perfeccionar sus estudios. Al regresar de la Ciudad Eterna, entusiasta de las Órdenes Militares, como todos los Manriques, profesó en la de Alcántara y fué uno de los religiosos más observantes de su tiempo. En 1590 entra á formar parte del Cabildo Placentino, logrando la Canongia Magistral después de brillantes oposiciones. Poco tiempo después le envía á Roma el Rey D. Felipe II con una comisión delicada. D. Felipe III apreció tanto su ciencia y virtudes, que le propuso el Papa para Cardenal cuando sólo era Magistral de Plasencia. En 1603 fué presentado para Sede Arzobispal de Burgos, y esta Iglesia le debe, entre otras cosas, la erección del Seminario Conciliar. Falleció en 1613 en Castrojeriz empeñado y pobre, según afirma Gil González Dávila.

Plasencia y Galisteo se disputan la cuna de este ilustre Prelado. La Biografía Eclesiástica Completa, favorece al segundo, y los Registros de la Orden de Santiago afirman lo mismo respecto de su padre. El incendio del archivo parroquial durante la invasión Francesa nos impide aclarar este y otros puntos dudosos.

Tuvieron D. Alonso Manrique y Dª. Inés de Solís otros dos hijos y cinco hijas, cuyos antecedentes biográficos omitimos por no relacionarse con nuestro estudio, pasando á ocuparnos del hijo tercero, ó sea el continuador de los condes de Galisteo. Ya hemos dicho que se llamaba D. Pedro Manrique de Solís. Fué soldado aguerrido y se distinguió mucho en Inglaterra y Flandes, por cuyos servicios le agraciaron en 1588 con el hábito de Santiago. Al año siguiente asciende en la milicia á Maestre de campo, y poco después, entra en el Consejo de Ordenes. Retirado del servicio, pasó la vejez en Plasencia y Galisteo, muriendo en este último punto á 26 de Noviembre de 1608.


De su matrimonio con Dª. Leonor de Córdoba de las Infantas, viuda del caballero placentino D. Cristobal de Villalva, nació don Alonso Manrique de Solís, octavo Conde de Galisteo, por virtud de la sentencia judicial antes citada, de 4 de Noviembre de 1642. Por ser menor de edad se encomendó la tutoría al Arzobispo de Burgos, su tío. Casó D. Alonso con Dª. María Manuela de Solís.

El hijo mayor de éstos llamado como su padre, D. Alonso Manrique de Solís, fué el noveno Conde de Galisteo en 1683 y primero de Montehermoso, cuyo título le dió el Rey D. Felipe IV en compensación del de Osorno. De su matrimonio con Dª. María Enríquez de Carvajal dama de la Reina, no hubo sucesión. Murió el Conde en Galisteo en 1683, enterrándose en el convento de la Fuen-santa, panteón de mucho de sus antepasados.

Hubiera recaído la herencia de este título en el Señor del Arquillo D. Pedro Manrique de Lara, hijo segundo de D. Alonso y Dª. María Manuel de Solís, á no ocurrir su muerte antes que la de su hermano. Por esta causa D. Marcos Manrique de Solís, hijo mayor de D. Pedro Manrique de Lara y Dª. Antonia de Silva, fué el décimo Conde de Galisteo y segundo de Montehermoso. Casó D. Marcos en 1685 con Dª. Mariana de Carvajal, hija de D. Juan de Carvajal y Sande, Conde de la Enjarada.

El precedente catálogo y resumen histórico están tomados, en su mayor parte de la Historia genealógica de la Casa de Lara, por don Luis de Salazar y Castro. Si el lector desea conocer con más extensión los hechos gloriosos de esta nobilísima familia, puede acudir á tan rica fuente, en la seguridad de que sus pretensiones quedarán satisfechas por completo.

Fuera de dicha obra, en el Registro de los Caballeros de la Orden de Santiago, correspondiente al año de 1712, encontramos al undécimo Conde de Galisteo y tercero de Montehermoso D. Alonso Manrique de Lara, que lo fué además de Puebla del Maestre y Marqués de Bracares, Duque del Arco, Comendador del Ventoso, Caballerizo y Ballestero Mayor de D. Felipe V. De este Conde dice muestro Salas en sus Elogios poéticos, hablando de su esfuerzo y valor, que “saliendo al encuentro de un jabalí, después de estar herido, se venía al puesto donde estaba su Majestad en el sitio del Pardo, le detuvo y sujetó matándole cuerpo á cuerpo con un arma de campo, en cuya recompensa le premió S.M. con muchas honras y distinguidas gracias. Fué natural de la villa de Galisteo.”

Renunciamos á continuar enumerando los restantes Condes de Galisteo, no solo por haber levantado desde el siglo XVIII su residencia de la villa y ser casi extraños á ella, sino también porque, desde entonces, han perdido los títulos de nobleza su antigua importancia, sobre todo con relación á los pueblos donde radica su solar.

Forman singular contraste con los personajes antes enumerados, otros hijos de Galisteo, más humildes pero no menos dignos de mención, por sus extraordinarias virtudes, ciencia y servicios prestados á la sociedad.

Se elogia con notable extensión en las Crónicas Franciscanas, á Fray Francisco de Galisteo, uno de los primeros discípulos de San Pedro de Alcántara, cuando emprendió la reforma de su orden. Fiel imitador de las heroicas virtudes de aquel portento de la penitencia, se acreditó además Fray Francisco por su talento, prudencia y dotes de gobierno. Éstas le merecieron, no obstante su cualidad de lego, ser escogido por el mismo santo en el capítulo General del Pedroso de 1561, para Guardián del convento del Rosario, cerca de Oropesa, donde murió en 1570, después de haber desempeñado también el importante cargo de Definidor de la provincia.

La Cuarta Parte de la Historia de San Gerónimo, por Fray Francisco de los Santos, hace mención honorífica á Fray Mateo de Galisteo, que, por los años de 1600, fué uno de los monjes más edificantes del famoso Monasterio de Yuste donde, por espacio de trece años, sirvió con celo el espinoso cargo de Maestro de Novicios y más de veinte el de Vicario. Murió en dicho Monasterio el 21 de Noviembre de 1639.

Merece en esta Monografía lugar preferente, el convento de la Fuen-santa, tantas veces citado. Á menos de un kilómetro de la Villa, y en su parte meridional, existía antiguamente una ermita denominada de Nuestra Señora de la Fuen-santa. Este sitio fué elegido por el tercer Conde de Galisteo D. Garci Fernández Manrique para levantar un convento de Dominicos.

antes de marchar á Italia en 1529 en compañía del Emperador, quiso dejar arreglada su fundación. Al efecto, de acuerdo con su esposa Dª. María de Luna, otorga en 10 de Julio de dicho año escritura de compromiso con el Provincial de Castilla de la Orden Dominicana Fray Bartolomé de Saavedra, obligándose ambos á la construcción del Convento, de cuyo sitio tomó posesión el Prior de San Vicente de Plasencia en 9 de Octubre siguiente.

De la actividad desplegada por los fundadores y, sobre todo, de su esplendidez, da gallarda muestra una Memoria de los que el Conde de Osorno dió á su Monasterio de Nuestra Señora de la Fuen-santa, publicada por Salazar en la mencionada Historia de la Casa de Lara. Resulta de ella que, en 8 de Noviembre de 1529, el Alcalde, á nombre del Conde, entregó á Fray Fernando de Lucio, Vicario del nuevo Convento, una lámpara y candeleros de plata, multitud de ornamentos, joyas, libros y mantos para la Virgen. En 10 de Febrero del año siguiente, el mismo Conde personalmente, y asistido de su camarero, hizo nueva donación de ornamentos, de un cáliz de plata, incensario y naveta con otras muchas cosas. La condesa Dª. María de Luna abonó 158,554 maravedís que había costado la reja de la capilla destinada para su enterramiento, agregando además importantes regalos. Aparte de esto y de haber levantado todos los altares á sus expensas, dieron los Condes al convento las rentas y fincas, entre otras “las viñas, huerta y olivar en Galisteo, bajo de la Iglesia junto al río Xerte”

En el Capítulo Provincial, celebrado en Piedrahita en 1531, aceptó este convento la Orden Dominicana, y reconocida á generosidad tan grande, hizo en 18 de Enero de 1535 participante al Conde de todas las indulgencias y gracias espirituales del Instituto. El Papa Paulo III, deseoso de la prosperidad de este Convento y á instancia de los Condes, le agregó algunos beneficios simples y le favoreció con muchas reliquias de Santos.

Los sucesores en el Señorío de Galisteo y otros nobles emparentados con ellos, continuaron dispensando igual protección al Convento, escogiéndole á la vez para su enterramiento. Allí descansan los restos de los fundadores. Su hijo D. Pedro Manrique, que murió en Villalva de Alcor en 21 de Agosto de 1569, también dispuso enterrarse en este Convento su esposa Dª. Elvira Enríquez, hija de los Marqueses de Priego. D. Pedro Fernández Manrique, sexto Señor de Galisteo y nieto de los anteriores, recibió asimismo sepultura en la Fuen-santa. D. Pedro Manrique de Solís, hijo tercero de D. Alonso Manrique y hermano del Arzobispo de Burgos, después de haber figurado en las guerras de Flandes y llegar á Maestre de Campo en Lombardía, pasó los últimos años de su vida retirado en Galisteo, y al morir en 26 de Noviembre de 1608, eligió para su enterramiento una capilla de dicho Convento contigua á otra que guardaba los restos de su hermano D. García. Ésta última era la más inmediata á la Mayor.

La imagen de Nuestra Señora de la Fuen-santa, sin embargo de lo muy venerada en toda la comarca, desapareció en la invasión francesa y el Convento fué saqueado y destruido en gran parte y robadas sus preciosidades artísticas, librería y archivos. Pocos años después se renovó la imagen y la comunidad volvió á ocupar su casa restaurada en pequeña parte.

Sopló de nuevo el huracán de la persecución y...... hasta los cimientos fueron desamortizados. Hoy es inútil buscar los sepulcros de aquellos Magnates, ni el resto más insignificante de sus espléndidas donaciones. Se conserva sólo una lápida de mármol, en poder de un particular, la que estuvo colocada en el muro exterior del templo, y recuerda los nombres de los fundadores y la fecha de construcción del Convento. Antes que desaparezca, queremos dejarla aquí copiada. Dice así: “Hoc fontis loco prius corusco miraclis D. García Fernández Manrique, Comes Osornui, ac hujus Castri D. cum D. María de Luna ejus conjuge, Coenobium istud Sanctorum, decoratum Reliquiis aucto á P.P. ad laudem Dei, et honorem B. V. M. et profetum animarum,construxit ác dotavit ab anno D.N. Jesuchristi 1530 usque ad annum 1546. quo obiit die 12 kalendas Februarii D. R. G. P. Q. O. F. S.”

Con honda pena consignamos que, ni uno solo de los descendientes de los Condes, se cuidó de invocar, en la época de la incautación, el derecho de Patronato, en virtud del cual hubiera podido salvar aquel hermoso edificio de la ruina, su iglesia de sacrílega profanación y á la vez los sepulcros de sus antepasados y tantas preciosidades artísticas de la rapiña y el salvajismo.

Para quienes se dedican á esta clase de estudios, no es nueva la observación de que, con frecuencia, han marchado los pueblos á compás de sus Señores, y que el decaimiento de éstos se refleja admirablemente en los primeros, traduciéndose, por lo ordinario, en nuevas corporaciones é intereses, que nacen y se crían entre las ruinas del pasado.

Ejemplo de ello encontramos en Galisteo. Sus Ordenanzas Municipales de 1531, calcadas en otras más antiguas, y tal vez en alguna Carta puebla ó fuero, otorgado á sus primeros pobladores, dan á conocer el desarrollo de la vida municipal, lo poco que en nuestro suelo arraigara el feudalismo, las mutuas concesiones entre Señores y vasallos, y como iba el pueblo conquistando mayores derechos e independencia.

Los ocho caballeros de alarde, citados en las Ordenanzas, revelan bien claramente la importancia del Concejo, y si esto no bastara, la corroboran su castillo, fuertes murallas y torres de defensa, con que los Condes y los vecinos trataron de asegurar la plaza. El palacio condal, adosado á los muros, no obstante hallarse hoy en ruinas, pregona todavía la suntuosidad del edifico y el cariño y preferencia con que los Manriques miraron á Galisteo sobre el resto de sus Estados.

Siendo el objeto principal de estos trabajos reunir el mayor número de datos referentes á los pueblos, tanto para perpetuar su memoria como para que, en su día, puedan ser utilizados por los estudiosos, no dejaremos la pluma sin anotar, más en forma de catálogo que con orden expositivo, los restantes que han llegado á nuestras noticias.

Es el primero que, á distancia de 1.500 metros, hacia el oriente de Galisteo, existió Rusticiana, estación de la Calzada Romana de la Plata.

Hubo en las inmediaciones de Galisteo algunas aldeas, que han desaparecido. Una de ellas Fuente del Sapo y otra Malpartida de Galisteo, que dejaron de existir, la primera á fines del siglo XV y la segunda en 1673.

Cerca de Riolobos se citan dos poblaciones. Torre de Vigo y Pajares, destruidas como otros muchos lugares extremeños, en las encarnizadas luchas de los Infantes de Aragón.

La importancia eclesiástica de Galisteo, está más que suficientemente acreditada con haber dado nombre á uno de los cinco Arcedianos de la Catedral de Coria, según vimos al principio y constituir cabeza de Arciprestazgo. En la antigüedad contó con otras dos parroquias, además de la existente, tituladas de Santiago y San Bartolomé y con algunas ermitas.

La actual parroquia no está exenta de importancia arquitectónica. Pertenece al último periodo del estilo ojival y consta de tres amplias naves. Tanto el Presbiterio como las Capillas laterales, conservan el antiguo y hermoso artesonado, digno de esmerada é inteligente restauración. Parece edificado este templo sobre otro mucho más antiguo y de reducidas proporciones. Ponen de manifiesto ambas circunstancias, los arcos interiores y el ábside de la Capilla de los Dolores, con sus reminiscencias románicas y ojivales.

Contiguo á la iglesia, se encuentra el hospital fundado y favorecido, como ya hemos visto, por los Condes con espléndidas limosnas. En la actualidad, según noticias, se halla muy empobrecido. Correspondía al Patronato del mismo á la Justicia de la villa y al Prior de la Fuen-santa.

Eugenio Escobar Prieto
Deán de Plasencia.
Extraído del trabajo “Galisteo: Monografía Histórica” Publicado en la revista Extremadura VIII. Cáceres 1906. Su autor es Eugenio Escobar Prieto, Deán de Plasencia.